Algunas de mis
especialidades son:

Ansiedad
La ansiedad es una respuesta natural del cuerpo, un mecanismo de defensa que nos
prepara para estar alerta ante situaciones de riesgo o ante situaciones de estrés. Por
ejemplo, se puede activar cuando nos estamos preparando para una
entrevista de trabajo, o estamos estudiando para un examen.
Para que el cuerpo esté preparado para actuar la ansiedad genera una serie de cambios
fisiológicos que hacen que el cuerpo funcione a pleno rendimiento, permitiéndonos
reaccionar de manera más efi
caz ante una amenaza.
¿Cuándo es un problema? ¿Cómo puede manifestarse?
Aunque la ansiedad es útil en situaciones de peligro, cuando esta activación se prolonga en el tiempo o se presenta en momentos que no representan una amenaza real, puede convertirse en un problema.
Cada persona experimenta la ansiedad de manera diferente, y no todos los síntomas son iguales ni se describen de la misma forma. Sin embargo, en consulta, normalmente encuentro síntomas como:
- Sensación de opresión en el pecho
- Sudoración excesiva
- Dificultad para respirar o sensación de ahogo
- Irritabilidad o cambios de humor
- Insomnio o dificultad para descansar
- Falta de concentración o dificultades para tomar decisiones
- Cansancio físico y mental
- Tensión muscular o dolores corporales
- Síntomas corporales como malestar estomacal o dolores de cabeza
- Inquietud o sensación de estar siempre “en alerta”
Si experimentas varios de estos síntomas de manera constante, es recomendable buscar apoyo profesional para aprender a gestionar la ansiedad y evitar que afecte a tu bienestar.
Tratamiento psicológico para la ansiedad
Desde pequeños, aprendemos a reconocer qué situaciones pueden ser peligrosas y cómo enfrentarlas, principalmente a través de las personas que nos cuidan, como nuestros padres o cuidadores. Ellos nos enseñan cómo reaccionar frente a lo que percibimos como una amenaza, guiándonos en las formas adecuadas de manejar estas situaciones.
En los primeros años de vida, dependemos de estas figuras para sentir seguridad. Con el tiempo, vamos desarrollando una sensación interna de protección, lo que nos permite gestionar la ansiedad de manera más autónoma y aplicar estas habilidades tanto en nuestra vida personal como en nuestras relaciones con los demás.
Sin embargo, hay ocasiones en que no conseguimos desarrollar esa sensación de seguridad interna. Algunas personas no logran integrar este sentimiento y, como resultado, carecen de herramientas para afrontar situaciones estresantes, incluso aquellas cotidianas.
Esto puede llevar a no saber cómo manejar la ansiedad cuando aparece, y a veces esa ansiedad se presenta de forma desmesurada, causando gran angustia.
Este desequilibrio puede desencadenar fobias, depresión o una baja autoestima, donde la persona se siente débil o incapaz de protegerse ante los peligros. En otros casos, se crean mecanismos de control, como el perfeccionismo, con el fin de manejar el miedo al riesgo. Aunque estas estrategias pueden brindar alivio temporal, generan un desgaste emocional significativo y no resuelven la necesidad profunda de sentir seguridad.
Para superar la ansiedad, es crucial identificar su origen. Comprender lo que la provoca requiere un conocimiento profundo de uno mismo y de cómo percibimos el mundo que nos rodea. ¿Lo vemos como un lugar por descubrir o como un entorno que debemos evitar? Solo cuando entendemos el significado de nuestra ansiedad en el momento en que la sentimos podemos empezar a abordarla de manera efectiva.
A través de la terapia, podemos aprender a desarrollar recursos que nos ayuden a enfrentar las situaciones que nos generan ansiedad, y así manejarla de forma más saludable. Con el tiempo, este proceso nos permitirá gestionar la ansiedad en diferentes momentos de la vida, brindándonos más bienestar y control sobre nuestras emociones.
En el espacio terapéutico que ofrezco, podemos trabajar juntos para fortalecer la capacidad de enfrentar lo que nos provoca ansiedad, acompañándonos a lo largo de las diversas situaciones que vivimos.

Depresión
La depresión suele asociarse con la tristeza, pero es importante entender que la tristeza es una emoción normal y necesaria en ciertas etapas de la vida. Sentir tristeza nos ayuda a conectar con nosotros mismos, a buscar apoyo de quienes nos rodean y a procesar lo que estamos experimentando.
Sin embargo, cuando esta tristeza persiste, se combina con otros síntomas y empieza a afectar nuestras actividades diarias, es posible que estemos enfrentando una depresión, y es crucial buscar ayuda profesional para abordarla de manera adecuada.
La depresión no se reduce a sentirse triste o cansado ocasionalmente. Es un trastorno complejo que impacta profundamente en nuestras emociones, pensamientos y en cómo vivimos el día a día.
La forma en que cada persona vive la depresión depende de diversos factores, como cómo se ha formado su identidad y cómo maneja sus emociones. Es decir, existen tantas formas de experimentar la depresión como personas que la padecen.
¿Cómo puede manifestarse?
Algunos de los síntomas comunes de la depresión son los siguientes:
- Estado de ánimo bajo: sentirte triste, vacío, desesperanzado.
- Pérdida de interés y de placer: ya no disfrutas de las cosas que antes te hacían disfrutar, como hobbies, salidas, viajes.
- Fatiga o falta de energía: sensación de estar agotado, de no tener fuerzas para afrontar el día a día.
- Dificultad para concentrarte: problemas para pensar con claridad, tomar decisiones.
- Cambios en el apetito: que puede conllevar un aumento o una disminución del peso.
- Alteraciones en el sueño.
- Sentimientos de inutilidad o culpa: sentir que no vales, sentir una culpa excesiva.
- Irritabilidad y sentimiento de estar frustrado.
- Dolores físicos que no tienen explicación médica: dolores de cabeza, musculares, problemas gastrointestinales, etc.
Terapia psicológica para la depresión
El estado emocional de una persona puede desencadenar una depresión por diversas razones, por lo que es crucial realizar un análisis detallado para comprender su origen en cada caso.
En ocasiones, la depresión puede ser una respuesta a una pérdida significativa, no solo de alguien querido, sino también de algo muy importante para la persona, como sueños, expectativas o incluso su sentido de sí mismo e identidad.
Otra causa común está relacionada con un sentimiento persistente de culpabilidad y una autocrítica excesiva, que puede llevar a la persona a sentirse insuficiente, afectando negativamente su autoestima y su sensación de valía.
Entiendo la depresión como una experiencia única en cada individuo, un estado doloroso, pero que también puede convertirse en una oportunidad para conectarnos más profundamente con nosotros mismos y recibir apoyo y afecto de aquellos que nos importan.
En el trabajo terapéutico sobre la depresión, uno de los primeros pasos es comprender su significado y las necesidades que está manifestando. A través de un trabajo conjunto, en un ambiente de respeto y sin juicios, psicóloga y paciente exploramos emociones, pensamientos, fantasías y comportamientos asociados con la depresión, para entender cómo se ha desarrollado esa dinámica y así poder transformarla y desactivarla.
Aunque el apoyo de personas cercanas es importante, es común que estas intenten eliminar el sufrimiento de manera inmediata. Por eso, es fundamental recordar que quien atraviesa un momento así necesita que se respeten sus ritmos y necesidades, dándole el espacio adecuado para encontrar su propio proceso de sanación.

Inestabilidad Emocional
Entendiendo las fluctuaciones en el estado de ánimo
Las emociones son respuestas que experimentamos tanto en el cuerpo como en la mente cuando nos enfrentamos a una situación o un pensamiento. Funcionan como una especie de "señal" de nuestro cuerpo que nos ayuda a comprender lo que está ocurriendo y cómo debemos reaccionar ante ello. Tienen una función protectora (por ejemplo, el miedo nos alerta de que algo podría ser peligroso), nos facilitan la conexión con los demás y la comunicación (cuando vemos a alguien triste, sabemos que necesita apoyo) y nos guían en la toma de decisiones.
¿Qué pasa cuando no sabemos manejar nuestras emociones?
En ocasiones, las emociones pueden ser tan intensas o cambiar de forma tan rápida que nos resulta difícil gestionarlas. Cuando estos altibajos emocionales ocurren con frecuencia o afectan nuestra vida cotidiana, pueden generar malestar o confusión.
Cada persona experimenta la inestabilidad emocional de manera diferente. Algunas pueden tener dificultades para regular la intensidad de sus emociones, otras pueden evitar sentir ciertas emociones, y algunas pueden presentar un patrón emocional fluctuante que no siempre se corresponde con situaciones específicas.
Por ello, la terapia psicológica para tratar la inestabilidad emocional debe adaptarse a las necesidades particulares de cada uno. En un ambiente de confianza y sin juicios, la persona tiene la oportunidad de explorar el origen de sus dificultades y poner en palabras su mundo emocional. Comprender qué necesidades subyacen detrás de nuestras emociones nos permite manejarlas de una manera más saludable y adaptativa.
Si alguna vez sientes que no puedes controlar tus emociones o que te afectan en exceso, buscar ayuda es completamente válido. Hablar con un psicólogo o terapeuta puede ser una excelente forma de aprender a comprender y gestionar tus emociones de manera más equilibrada.

Duelo
La palabra "duelo" proviene del latín "dolus", que significa "dolor" o "sufrimiento". Se refiere al proceso emocional, psicológico y, en ocasiones, físico, que vivimos cuando perdemos algo o a alguien importante en nuestra vida. Aunque comúnmente se asocia con la muerte de un ser querido, el duelo también puede surgir ante otras pérdidas significativas, como la terminación de una relación, la pérdida de un trabajo, la pérdida de la salud o incluso el cierre de una etapa de la vida.
Mariela Michelena, en su libro "Me cuesta tanto olvidarte", compara el proceso de duelo con caer por un barranco: un barranco profundo y oscuro, lleno de dolor y desesperanza. Durante un periodo de duelo, a menudo nos sentimos atrapados en un vacío emocional, sin perspectiva y con la sensación de no poder salir. Al principio, el dolor es tan intenso que parece interminable, es un dolor que a veces, puede ser desgarrador. Pero con el tiempo, es posible comenzar a encontrar formas de "agarrarnos a las paredes del barranco", ir ascendiendo poco a poco, y finalmente dejar de caer.
Este símil refleja cómo el duelo es un proceso doloroso, pero también uno que, con el tiempo, ofrece una salida. El camino hacia la recuperación no es rápido ni directo, y la persona puede sentir que no tiene fuerzas para seguir adelante, pero con el tiempo, comienza a encontrar su propio camino hacia la sanación.
El duelo es un proceso natural y necesario para adaptarnos a la nueva realidad sin aquello que ya no tenemos. Todos, en algún momento de nuestras vidas, pasamos por él. Sin embargo, durante este proceso, pueden surgir emociones difíciles de gestionar, como tristeza, vacío, miedo, falta de motivación o rabia. Por eso, es esencial que cada persona se dé el espacio necesario para vivir su duelo a su manera, sin presiones externas.
Aunque el duelo es una experiencia universal, cada individuo lo vive de manera única, dependiendo de su historia personal, de la relación con lo perdido y de cómo ocurrió esa pérdida. Factores como si la pérdida fue abrupta o esperada, el significado de lo perdido, la personalidad de cada uno, y cómo manejamos nuestras emociones, especialmente el dolor, influyen en la forma en que vivimos el duelo.
¿Cuándo es recomendable acudir a un profesional?
- Dificultad para asumir la realidad de la pérdida, instalándote en un estado de negación. A veces, podemos permanecer en este estado sin darnos cuenta. Algunas de las conductas relacionadas con la negación de una pérdida pueden ser consumo de sustancias, llenarte de planes, tomar psicofármacos... tener la necesidad de anestesiarte.
- Si los sentimientos te abruman o te desbordan tanto que te impiden llevar tu día a día.
- Aislamiento social o emocional
- Problemas en el funcionamiento diario
- Síntomas físicos o emocionales persistentes como insomnio, pérdida de apetito, cansancio extremo, ansiedad intensa, depresión... que no mejoran pasado un tiempo.
- Cuando el duelo se vuelve crónico
- Culpa excesiva o pensamientos de autolesión
Terapia psicológica en un proceso de duelo
En el tratamiento psicológico del duelo, es crucial entender que cada persona lo vive de manera única. En el espacio que ofrezco para acompañar este proceso, considero fundamental reconocer las emociones, comprender el entorno, la historia personal y la perspectiva de cada individuo ante la pérdida. La terapia se adapta a las necesidades particulares de cada persona, brindando un espacio para explorar el significado de la pérdida y el dolor emocional que esta genera. Algunas preguntas que iremos abordando poco a poco pueden ser: ¿Qué representa esta pérdida para ti? ¿Qué rol asumes a partir de ahora? ¿En quién puedes apoyarte durante este proceso? ¿Qué queda de esa relación?
Todo esto se trabajará en un ambiente seguro, donde la persona pueda expresarse libremente, sin miedo a ser juzgada, y desde una mirada profunda y respetuosa, permitiendo que poco a poco se puedan poner palabras a lo que sucede en su interior. El duelo es un proceso doloroso, y ese dolor se sentirá de alguna manera, ya sea ahora o más adelante. Lo que no se llore hoy, puede salir a flote en un mes, o incluso años después. En mi trabajo con pacientes, es común observar cómo estados de desbordamiento emocional, depresión o ansiedad pueden ser desencadenados por eventos recientes, cuando, en realidad, detrás de esos síntomas hay duelos no resueltos que quedaron atrapados en la fase de negación. Lamentablemente, "un clavo no saca otro clavo", y mientras más duelos sin resolver acumulamos, más probable es que esos dolores no procesados resurjan en formas inesperadas.

Fobias y miedos
Los miedos son emociones naturales que todos experimentamos en algún momento de nuestras vidas. Sin embargo, cuando estos miedos se vuelven irracionales, excesivos y persistentes, pueden transformarse en fobias, afectando de manera significativa la vida cotidiana de quien las padece. Si sientes que has comenzado a evitar situaciones por temor o que el miedo te está impidiendo realizar actividades o alcanzar tus metas , es el momento de comprender ese miedo para poder gestionarlo y reducir el impacto que tiene en tu vida.
¿Qué son las fobias?
Una fobia es un miedo desmesurado y desproporcionado hacia un objeto, situación o actividad concreta, que genera una ansiedad intensa y provoca que la persona evite enfrentarse a esa situación. Aunque todos experimentamos miedos, cuando este miedo se convierte en fobia, interfiere significativamente en la vida diaria, dificultando actividades tan simples como viajar en avión, estar en espacios cerrados o interactuar con ciertos animales. La fobia es una experiencia única para cada persona, por lo que su manifestación puede variar y tener características particulares según quien la viva.
Tipos de fobias:
- Fobias sociales: Miedo a situaciones sociales o al juicio de los demás, lo que puede llevar a evitar interacciones sociales o situaciones como hablar en público
- Fobias relacionadas con nuestro cuerpo y nuestra salud: fobia a las agujas, a la sangre, fobia a atragantarse.
- Fobias relacionadas con animales: fobia a los perros, a las arañas, a las serpientes...
- Agorafobia: Miedo a estar en lugares donde la persona siente que no podría escapar fácilmente si se sintiera ansiosa, como multitudes o espacios abiertos
- Fobias relacionadas con fenómenos atmosféricos: fobia a la niebla, a las tormentas, a la lluvia...
Las fobias pueden afectar a las personas generando un ciclo de miedo y evitación que limita la libertad de la persona. Al evitar constantemente las situaciones que les causan miedo, el malestar puede empeorar, aumentando la ansiedad y la sensación de incapacidad para enfrentarse a los propios temores. Este ciclo puede afectar la vida personal, laboral y social de quien sufre una fobia.
Causas de las fobias
Las personas con fobias, en ocasiones, recuerdan haber vivido una experiencia traumática relacionada con aquello que temen, pero en otras, no hay un acontecimiento claro que explique su miedo. El miedo es una emoción natural que todos experimentamos, y cumple una función protectora cuando estamos en peligro. El problema surge cuando tememos algo que, en realidad, no representa una amenaza, y es en esos casos cuando resulta importante buscar ayuda. La forma en que cada persona enfrenta el miedo cambia. En algunos casos, durante la infancia o la adolescencia, no se aprendieron maneras adecuadas de manejar estas emociones, especialmente por parte de quienes nos cuidaban. Esto puede generar una sensación de inseguridad frente a lo que percibimos como amenazas, dejándonos sin saber cómo enfrentar lo que nos asusta. Esta falta de recursos emocionales puede provocar sentimientos de impotencia, así como reacciones físicas y psicológicas incómodas.
Terapia psicológica de fobias y miedos
El espacio de terapia es un espacio en el que se pueden hablar y expresar los miedos en un ambiente de seguridad. En él me dispongo a escuchar, contener y ayudar a comprender el origen de esos miedos. De esta manera, es posible que las personas vayan pudiendo abordar esa sensación de alerta de forma diferente, aprendiendo a sentirse más tranquilas al enfrentarse a situaciones similares. Si se intenta eliminar la fobia o el miedo sin explorar cómo la persona se ha relacionado con los peligros y el miedo a lo largo de su historia, puede generarse un desplazamiento, esto significa que el miedo se desplaza a otro objeto o situación. Por ello, planteo la importancia de hacer un trabajo en profundidad, para identificar todos los factores que están manteniendo la fobia y poderlos abordar de una forma más efectiva con un resultado duradero en el tiempo. Si estás lidiando con una fobia, es importante saber que no estás solo/a. Muchas personas enfrentan miedos intensos, y buscar ayuda es el primer paso para superarlos.

Trastornos de la conducta alimentaria
Los trastornos de la conducta alimentaria son afecciones graves relacionadas con patrones anormales en la alimentación que afectan tanto la salud física como emocional. Aunque a menudo se vinculan con la preocupación por la imagen corporal, estos trastornos son mucho más complejos y reflejan luchas emocionales, psicológicas y sociales profundas que necesitan un tratamiento adecuado. En muchos casos, el tratamiento más efectivo involucra un enfoque multidisciplinario que puede incluir el trabajo conjunto de un psiquiatra, un nutricionista y apoyo familiar.
¿Cuáles son los trastornos de la conducta alimentaria?
- Anorexia nerviosa: Anorexia nerviosa: Se caracteriza por una restricción extrema de la ingesta de alimentos, un miedo intenso a ganar peso y una imagen corporal distorsionada. Las personas con anorexia suelen tener un peso corporal peligrosamente bajo y, a menudo, no reconocen la gravedad de su delgadez. Este trastorno se vive de manera única para cada persona, y entender el significado personal de la comida y el comer es fundamental para comprender la complejidad del problema.
- Bulimia nerviosa: Implica episodios de ingesta excesiva de alimentos (atracones), seguidos de sentimientos de culpa, vergüenza y angustia, lo que lleva a comportamientos compensatorios como el vómito autoinducido, el uso excesivo de laxantes o el ejercicio extremo. La relación con la comida y el acto de comer tiene un significado profundamente emocional y personal que se debe explorar en el tratamiento.
- Trastorno por atracón: Similar a la bulimia, pero sin las conductas de purga. Las personas con este trastorno experimentan episodios de comer en exceso y suelen sentir culpa o vergüenza, lo que impacta directamente en su bienestar emocional.
Tratamiento psicológico para los trastornos de la conducta alimentaria
En el espacio terapéutico que ofrezco, me enfoco en crear un ambiente seguro y de confianza para explorar las causas que hay detrás de los trastornos alimentarios. A través de una relación terapéutica cercana y sin juicios, se facilita que puedas expresar las emociones relacionadas con la comida, el cuerpo y las angustias que se experimentan.
Comprender cómo una persona ha formado su identidad y ha aprendido a manejar sus emociones es esencial para abordar estos trastornos. Esto no solo nos permite entender más profundamente lo que está sucediendo, sino que también ayuda a restaurar una relación más saludable y equilibrada con la comida.

Problemas en las relaciones sociales
Las relaciones humanas y su impacto en nuestro bienestar
Las relaciones humanas son fundamentales para nuestro bienestar. Nos dan un sentido de conexión, apoyo emocional y una mayor capacidad para enfrentar las dificultades de la vida. Desde el momento en que nacemos, las conexiones con otras personas juegan un papel importante en cómo nos percibimos a nosotros mismos, cómo nos sentimos y cómo nos relacionamos con el mundo que nos rodea.
¿Cuáles son los problemas comunes en las relaciones sociales?
Los problemas en las relaciones sociales surgen cuando no logramos conectar del todo con los demás, ya sea con amigos, familiares, compañeros de trabajo o incluso personas que acabamos de conocer. Si alguna de estas situaciones te resulta familiar, es posible que haya algo que esté impidiendo una conexión más sana y profunda con los demás. Quizás ha llegado el momento de comenzar una terapia psicológica para explorar qué te está ocurriendo.
Algunos ejemplos comunes incluyen:
- Sentirte nervioso/a o incómodo/a cuando estás con más personas o en grupos.
- Desear tener relaciones más cercanas con los demás.
- Experimentar frecuentes discusiones o malentendidos con quienes te rodean.
- Querer disfrutar más de las relaciones sociales y sentirte más relajado/a al interactuar con los demás.
- Sentir ansiedad, como manos sudorosas, voz temblorosa o nerviosismo cuando hablas con personas que no conoces bien.
- Encontrar difícil expresar lo que piensas o sientes con los demás.
- Ser señalado/a por otros como alguien que no sabe cómo comunicarse, siendo demasiado directo/a o incluso percibido/a como agresivo/a sin intención.
Abordando los problemas en las relaciones sociales a través de la terapia psicológica.
Es importante entender que las dificultades en las relaciones sociales tienen causas profundas y pueden ser distintas para cada persona. Estas dificultades están influenciadas por la historia personal, el carácter y las experiencias previas de cada uno. En muchos casos, los problemas surgen por cómo nos vemos a nosotros mismos o de los patrones de relación que hemos aprendido a lo largo de nuestra vida. Estos patrones a menudo son inconscientes y pueden llevarnos a repetir las mismas dinámicas sin ser plenamente conscientes de ello.
En la terapia que ofrezco, nos enfocamos en comprender en profundidad las circunstancias que cada persona enfrenta. Trabajaremos juntos para explorar posibles dificultades internas, como baja autoestima, inseguridades, experiencias traumáticas pasadas o desconfianza. Además, nos centraremos en desarrollar las habilidades necesarias para mejorar las relaciones, trabajando también el cómo te ves a ti mismo/a y en la confianza que tienes en ti.
El objetivo es fortalecer tu relación contigo mismo, lo que facilitará la construcción de relaciones saludables y satisfactorias con los demás.

Problemas de pareja
Problemas de Pareja – Abordaje Individual
Las relaciones de pareja son una de las experiencias más enriquecedoras de la vida, pero también pueden ser fuentes de gran conflicto y estrés. A veces, los problemas en la pareja no solo se deben a lo que sucede entre los dos, sino también a cómo cada uno de los miembros maneja sus propios pensamientos, emociones y expectativas.
El trabajo terapéutico con la pareja no siempre requiere que ambas personas estén presentes: muchas veces, el proceso individual es el primer paso para poder comprender mejor la dinámica de la relación y encontrar soluciones duraderas.
¿Cómo puede ayudar la terapia individual en los problemas de pareja?
Cuando existen dificultades en la pareja, como malentendidos, conflictos constantes, desconexión emocional o falta de comunicación, es fácil sentirse atrapado/a en un ciclo repetitivo. En lugar de esperar a que el otro cambie, la terapia individual puede darte el espacio para explorar:
- Tu rol en la relación: Entender cómo tus actitudes, comportamientos y reacciones afectan a la dinámica de la pareja.
- Tus emociones y necesidades: Reflexionar sobre lo que realmente necesitas y sientes en la relación, y cómo expresarlo de forma efectiva.
- Tu historia personal: Reconocer si experiencias pasadas, creencias familiares o traumas anteriores influyen en la forma en que te relacionas con tu pareja.
- Mejorar la comunicación: Aprender a expresar tus pensamientos y sentimientos de manera clara y respetuosa, sin caer en conflictos innecesarios o malentendidos.
- Manejo del estrés y la ansiedad: Gestionar el estrés personal que puede estar afectando la relación, como problemas laborales, familiares o de salud.
- Fortalecer la autoestima: Aprender a cuidar de ti mismo/a y establecer límites saludables dentro de la relación.
A través de un enfoque individual, es posible mejorar la comprensión de la relación y contribuir al bienestar de ambos miembros, ya que trabajar en uno mismo puede generar un impacto positivo en la dinámica de pareja. Esto no significa que se trate de un proceso de separación o distanciamiento, sino de buscar soluciones dentro de uno mismo para, a partir de allí, transformar la relación.
La terapia individual en problemas de pareja no es un reemplazo de la terapia de pareja, pero puede ser un paso crucial para resolver los conflictos internos que impactan en la relación. Al trabajar contigo mismo/a, puedes lograr un mayor entendimiento y empezar a adoptar nuevas formas de relacionarte, lo que puede ayudar a la pareja a sanar y fortalecerse.
