
Me enamoro y me pierdo
junio 2, 2025Duelo: cuando el alma duele atravesar el duelo y reconstruirte
Cuando el alma duele… un dolor sordo, desgarrador, que no se localiza en ninguna parte del cuerpo pero que, a la vez, lo atraviesa todo. Porque cuando perdemos a alguien —a una pareja, a un familiar, a una vida que ya no será—, algo muere también dentro de nosotros.
El impacto invisible del duelo
A veces, se deja de comer.
A veces, se deja de dormir.
Y otras veces, se deja de vivir… un poco.
Entonces, surge un deseo casi irracional: que el mundo se detenga. Que los relojes se rompan, que nadie te pida nada, que el tráfico pare. Como si necesitáramos que todo lo de afuera reflejara el caos que llevamos dentro. Porque tú has dejado de funcionar como antes, y te preguntas cómo es posible que todo siga igual.
La psicoanalista Mariela Michelena, en su libro «Me cuesta tanto olvidarte», lo llama un barranco emocional. Uno cae y cae, sin ver el fondo, sin saber si dejará de caer alguna vez. Todo se vuelve oscuridad. Todo se vuelve vacío.
No solo perdemos a quien se fue
Cuando vivimos una pérdida —una ruptura, una muerte, un abandono—, no solo perdemos a la persona. Perdemos también una parte de nosotros que vivía en ese vínculo. Un reflejo, un proyecto, una ilusión.
En esos momentos, no ayudan las frases hechas, ni los consejos rápidos.
Lo que sí ayuda es que te escuchen. Que te vean.
Que alguien te diga: «Lo que sientes es real. Y aunque no lo parezca ahora… esto también va a pasar.»
No porque vayas a olvidar.
Sino porque vas a reconstruirte.
¿Cómo atravieso el duelo sin perderme?
No hay una única forma de hacerlo. No hay atajos. Pero sí hay un camino.
Atravesar el duelo sin perderse significa, precisamente, no desaparecer en ese dolor, sino mantener un hilo con tu esencia, con tu vida, con aquello que todavía te sostiene. Aquí hay algunas recomendaciones para lograrlo:
- Permítete sentir. El duelo duele, y está bien que duela. No se trata de evitar el dolor, sino de vivirlo sin juzgarlo. Cada emoción es parte del proceso.
- Busca apoyo. No tienes que atravesarlo solo/a. Hablar con alguien que te escuche, un amigo, un familiar o un profesional, puede ser ese faro en la oscuridad.
- Mantén pequeños rituales o anclajes. Puede ser algo sencillo: una caminata diaria, escribir en un diario…
- Dale tiempo al tiempo. No hay prisa ni calendario para el duelo. Cada persona y cada historia es única.
- Reconoce los cambios, pero sin perder tu identidad. El duelo transforma. Cambias. Pero dentro de esos cambios, sigue existiendo ese “tú” que merece ser cuidado y escuchado.
Y aunque al principio parece imposible, con el tiempo ese dolor se transforma. Se convierte en una oportunidad para volver a ti. Para construirte desde otro lugar.
Tal vez un día dejas de revisar el teléfono o de mirar esa foto antes de dormir
Otro día, logras dormir sin llorar.
Después, ríes. Aunque al principio escueza un poco.
Y sin darte cuenta… estás empezando a vivir otra vez.
Pero algo ha cambiado.
Has cruzado un abismo.
Y aunque llegaste herido/a al otro lado, también llegaste más consciente.
El duelo como punto de inflexión
Uno puede sentirse roto y convencido de que no podrá seguir sin su ser querido. Y con el tiempo —muy poco a poco— descubre que, incluso en medio del dolor más profundo, hay una semilla.
La semilla de una versión más serena, más consciente, más conectada con lo verdaderamente importante.
El duelo —aunque nunca lo elegimos— también nos deja aprendizajes:
- Nos recuerda qué relaciones nos daban raíz, sentido, refugio.
- Nos enseña lo mucho que amamos… y lo difícil que es soltar.
- Nos muestra qué necesitamos realmente para estar bien, para cuidarnos, para seguir con lo que queda.
Y sí: aunque hoy no puedas verlo, hay vida después de la pérdida.
No es la misma de antes, porque tú tampoco eres el mismo.
Es una vida más serena, más consciente, marcada por la ausencia…
pero también más suave, más tuya. Y, quizás, más real.
Lecturas que pueden acompañarte
A veces encontrar palabras que realmente nos entiendan y acompañen es un alivio. Por eso quiero recomendarte dos libros que a mí me parecen especiales en esos momentos difíciles.
“Me cuesta tanto olvidarte” de Mariela Michelena es como un abrazo en palabras. Habla del duelo sin rodeos, reconociendo lo difícil que es, pero también mostrando que poco a poco podemos volver a encontrarnos con nosotros mismos.
“La ridícula idea de no volver a verte” de Rosa Montero es un texto muy humano. La autora comparte su propia historia de pérdida y cómo, a través del dolor, descubre nuevas formas de entender la vida. Es un libro que llega al corazón y ayuda a sentir que no estamos solos en esta experiencia.
Si estás atravesando un duelo, esto es para ti
No estás solo/a.
No estás roto/a, aunque así te sientas.
Estás en medio de un proceso profundamente humano. Y necesario.
Y aunque duele, también es una oportunidad para volver a ti.
Para elegirte. Para reconstruirte.
🌱 Sanar es volver a mirarte…
y reconocerte en medio de todo lo que has perdido.
¿Te acompaño en este proceso?
Si estás en un momento de duelo y necesitas un espacio donde sentirte acompañado/a, puedes contar conmigo.
Estoy aquí para ayudarte a transitar este camino con cuidado, respeto y presencia.
📍 Terapia presencial en Zaragoza o sesiones online.
📩 Puedes llamarme, escribirme desde el formulario de contacto o por WhatsApp.